Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


30 de marzo de 2011

LA HUMILDAD VENCE DONDE LA FUERZA ES IMPOTENTE


A. W. Tozer

En el REINO DE LOS CIELOS las cosas débiles se tornan poderosas, y las poderosas resultan frecuentemente inútiles.

Dios no ve las cosas como el hombre las ve, y las cosas que son tenidas como grandes entre los hombres pueden ser menospreciadas por el Dios Altísimo, hacedor de los cielos y de la tierra.

El valor carnal tan apreciado en el reino de Adán puede ser la causa directa de una derrota constante y humillante entre los cristianos. Dios no se encuentra necesitado de emplear medios carnales para cumplir sus fines espirituales.

La osada «fuerza de carácter» que ayuda a los hombres a lanzarse al frente, a conseguir los mejores trabajos, a dejar aturdidos a sus oponentes, puede resultar un verdadero obstáculo en el camino de todos los esfuerzos para avanzar en la vida del Espíritu.

Dios da valor a los desalentados. Y al soberbio lo conoce de lejos.

De Adán heredamos el instinto de enfrentarnos de cabeza a nuestros enemigos, de tratar de vencer mediante un ataque directo, y es sólo después de muchos aturdidores fracasos que aprendemos que no es así que se logran las victorias en el reino de lo espiritual.

El enfoque carnal hace generalmente alienar más al enemigo a nosotros, y aún peor, nos sitúa en una posición en la que Dios no puede ayudamos. El enemigo nunca sabe cómo tratar a un hombre humilde; está tan acostumbrado a tratar con gente orgullosa y terca que un hombre manso perturba su programa. 

Y además, el hombre verdaderamente humilde tiene a Dios luchando a su lado. ¿Y quién puede vencer contra Dios.

Por entraño que parezca, frecuentemente vencemos a nuestros enemigos sólo tras haber sido absolutamente derrotados por el Señor mismo. Dios frecuentemente vence a nuestros enemigos venciéndonos a nosotros.

El derrotó a Esaú derrotando a Jacob la noche antes en la ribera de Jabod. La victoria sobre Esaú tuvo lugar en su hermano Jacob. Y a menudo es así. Cuando Dios prevé que tenemos que encontramos con un oponente mortal.

El asegura nuestra victoria trayéndonos humildes a sus pies. Después de ello, todo se hace fácil. Nos hemos puesto en una posición en la que Dios puede luchar por nosotros, y en una situación como ésta, el resultado ya está decidido desde toda la eternidad.


La Humildad Vence donde la Fuerza es impotente - A. W. Tozer

29 de marzo de 2011

EL LIBRO DE JOB


R.C. Sproul

En el campo de los estudios bíblicos, existen cinco libros que normalmente son incluidos bajo el título de “literatura de sabiduría” o “los libros poéticos del Antiguo Testamento”. Estos son los libros de Proverbios, Salmos, Eclesiastés, Cantares de Salomón, y Job.

De estos cinco libros, hay uno que sobresale, manifestando diferencias significativas respecto a los otros cuatro. Ése es el libro de Job.

La sabiduría que se encuentra en el libro de Job no es comunicada en forma de proverbio. Más bien, el libro de Job trata las cuestiones de la sabiduría en el contexto de una narrativa que trata la profunda angustia y el dolor insoportable de Job.

El escenario de esta narrativa es el tiempo de los patriarcas. Se han levantado preguntas acerca de la intención autorial de este libro, en cuanto a si estaba destinado a ser una narración histórica de un individuo real o si su estructura básica es aquella de un drama con un prólogo, incluyendo una escena de apertura en el cielo, conteniendo un discurso entre Dios y Satanás, y moviéndose de una forma gradual al epílogo, en el que son repuestas las profundas pérdidas sufridas por Job durante sus pruebas.

En cualquier caso, en el corazón del mensaje del libro de Job está la sabiduría respecto a la respuesta a la pregunta de cómo Dios está involucrado en el problema del sufrimiento humano.

En cada generación protestas son levantadas diciendo que si Dios es bueno, entonces no debería haber dolor, ni sufrimiento o muerte en este mundo.

Junto con estas protestas contra cosas malas que le suceden a gente buena, también han habido intentos de crear un cálculo de dolor, por el cual se asume que el umbral de sufrimiento en un individuo es directamente proporcional al grado de su culpa o del pecado que ha cometido.

Una respuesta rápida a esto es hallada en el capítulo noveno de Juan, donde Jesús responde a la pregunta de los discípulos acerca del origen del sufrimiento del hombre ciego de nacimiento.

En el libro de Job, el personaje es descrito como un hombre justo, de hecho el hombre más justo que se puede encontrar en la tierra, pero a quien Satanás afirma que él es justo únicamente para recibir bendiciones de la mano de Dios.

Dios ha puesto un cerco alrededor de él y lo ha bendecido más que al resto de los mortales, y como resultado el diablo acusa a Job de servir a Dios solo por la generosa retribución que recibe de su Hacedor.

El reto viene del malvado, a que Dios quite el cerco de protección y compruebe si Job empezará entonces a maldecir a Dios.

A medida que la historia se desarrolla, el sufrimiento de Job va en una rápida progresión de mal a peor. Su sufrimiento es tan intenso que él se encuentra a si mismo sentado en un montón de estiércol, maldiciendo el día que nació, y gritando a los cuatro vientos su dolor incesante.

Su sufrimiento es tan grande que incluso su esposa le aconseja que maldiga a Dios, para que se pueda morir y ser aliviado de su agonía. Lo que se desarrolla más adelante en la historia es el consejo dado a Job por los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar. Su testimonio muestra cuán hueca y superficial es su lealtad por Job, y lo presuntuosos que son al asumir que la innombrable miseria de Job se debe a una degeneración radical en carácter de Job.

El consejo a Job alcanza un nivel más alto con algunas consideraciones profundas de Eliú. Eliú da varios discursos que tienen muchos elementos de sabiduría bíblica.
Pero la sabiduría final que se encuentra en este gran libro no viene de los amigos de Job ni de Eliú, sino de Dios mismo.

Cuando Job demanda una respuesta de Dios, Dios le responde con esta reprensión, “¿Quién es este que oscurece los consejos con palabras sin conocimiento? Vístete para la acción como un hombre; Yo te preguntaré, y tú me harás saber” (Job 38:1–3).

Lo que sigue a esta reprensión es la interrogación más intensa al que un hombre ha sido llevado por el Creador. A primera vista casi parece que Dios está provocando a Job, tanto que Él dice, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? (v. 4). Dios levanta pregunta tras pegunta de esta manera. ¿Puedes atar las cadenas de las Pléyades? ¿O aflojar el cinturón de Orión? ¿Puedes conducir a los Mazzaroth en su temporada, o puedes guiar la Osa con sus hijos?” (v. 31–32). Obviamente, la respuesta a estas preguntas retóricas que vienen con la rapidez de una ametralladora es siempre, “No, no, no.” Dios machaca en la inferioridad y subordinación de Job con Su interrogatorio.

Dios continua con pregunta tras pregunta acerca de la habilidad de hacer cosas que Job no puede hacer pero que Dios claramente puede hacerlas.

En el capítulo 40, Dios finalmente le dice a Job, “¿Debería un criticón luchar contra el Todopoderoso? Él que reprende a Dios, responda a esto” (v. 2). Ahora, la respuesta de Job no es de demanda desafiante de respuestas a su miseria. Más bien dice, “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.” (v. 4–5).

Y una vez más Dios prosigue la interrogación y va aún más profundo en el fuego rápido de la interrogación que muestra el contraste abrumador entre el poder de Dios, quien es conocido en Job como El Shaddai, y contrastante la impotencia de Job. Finalmente, Job confiesa que esas cosas eran demasiado maravillosas.

Él dice, “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42:5–6).

Lo que se debe notar en este drama, es que Dios nunca responde directamente a las preguntas de Job. No dice, “Job, la razón por la que has sufrido es esta o aquella”. Más bien, lo que Dios hace en el misterio de la iniquidad de un sufrimiento tan profundo, es que Él responde a Job con Sí mismo.

Esta es la sabiduría que responde a la pregunta del sufrimiento — no la respuesta de porqué tengo que sufrir de un modo particular, en un momento particular, y en una circunstancia particular, sino dónde descansa mi esperanza en medio del sufrimiento.

La respuesta a esto proviene claramente de la sabiduría del libro de Job, que concuerda con las demás premisas de la literatura de sabiduría: el temor del Señor, el asombro y la reverencia ante Dios, es el principio de la sabiduría. Y cuando estamos perplejos y confundidos por cosas de este mundo que no podemos entender, no buscamos respuestas específicas a preguntas específicas, sino que buscamos conocer a Dios en Su santidad, en Su rectitud, en Su justicia, y en Su misericordia. He aquí la sabiduría que se encuentra en el libro de Job.

El libro de Job ¿Por qué sufren los valientes? - R.C. Sproul

23 de marzo de 2011

LA FE DE AQUELLOS QUE PERSEVERAN

Zac Poonen

En Jueces 6 encontramos que Dios levantó a Gedeón para ser el libertador ante los Madianitas.

La palabra de Dios dice "El Espíritu de Dios revestía a Gedeón" (Jueces 6:34 margen). El Espíritu de Dios vino a Gedeón como los mismos vestidos que traía puestos.

Entonces Gedeón recibió poder, tocó la trompeta y se fue a batalla. 32,000 hombres salieron a pelear junto con él. Pero el Señor dijo que era demasiada gente (Jueces 7:2).

 Dios no los quería a todos, porque no estaban de todo corazón. Así que Gedeón les dijo que todos los que tuvieran miedo se fueran a sus casas. Eso es lo que el Señor nos dice también a nosotros: "¿Tienes miedo del diablo? Entonces vete a casa. ¿Tienes miedo de que alguien te llame "Belcebú", "hereje" o "falso profeta? Entonces vete a casa. No pierdas tu tiempo sirviendo al Señor."

22,000 hombres se fueron a casa ese día. Quedaron 10,000 (Jueces 7:3). Pero Dios dijo que todavía eran demasiados. Ellos tampoco estaban de corazón. La mayoría de ellos estaban buscando su propio interés y tenían que ser separados.

"Hazlos bajar al agua, y allí los seleccionaré por ti" dijo el Señor (Jueces 7:4). Cuando ellos bajaron al agua, la mayoría de ellos se olvidaron del enemigo, sepultaron sus cabezas en el agua y comenzaron a tomar y a tomar agua.

Muchos cristianos son así. Cuando ven el atractivo de las cosas del mundo, se olvidan por completo del Señor y Sus batallas y sepultan su cabeza en la búsqueda ambiciosa de la riqueza. 9700 de los soldados de Gedeón fueron descalificados ese día.

Sólo quedaron 300. Estos hombres, cuando llegaron a tomar agua, permanecieron alerta buscando al enemigo, juntando la suficiente agua con sus manos para saciar sólo su sed inmediata. Estos tipifican a los creyentes que usan el dinero y los bienes materiales, pero no son absorbidos por ellos.

Trabajan fielmente en sus trabajos para ganarse la vida, pero ocupan el resto de su tiempo haciendo lo que pueden para el Señor. Dios dice "Esas son las personas que yo quiero".

Y sólo quedaron 300 en el ejército ese día - menos del 1% de los 32,000 originales. El porcentaje siempre es pequeño, porque el camino a la vida es muy estrecho y pocos lo encuentran.

Sólo dos de 600,000 - Josué y Caleb - llegaron a la tierra prometida. Pero el Señor está contento con esos pocos.

Gedeón dividió a su ejército en tres compañías de 10 hombres cada una (Jueces 7:28). Cada hombre llevaba una trompeta y un cántaro con una lámpara adentro. Rompieron sus cántaros para que la luz se pudiera ver y soplaron sus trompetas. Esto es una imagen de lo que nuestra vida y ministerio debería ser.

Todos somos cántaros terrenales pero "tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios" (2 Cor. 4:6-7). Pero esta vasija terrenal tiene que ser quebrada por medio de muchas pruebas - "la muerte de Jesús" - antes de que la luz pueda ser vista por otros (2 Cor. 4:7-11). De otra manera estará siempre escondida dentro de nosotros.

Cuando escribió eso, Pablo estaba pensando en el ejército de Gedeón llevando vasijas de barro con una luz adentro que se hicieron visibles sólo cuando estas fueron quebradas. Dios busca quebrantarnos a través de muchas circunstancias, para que la luz de Cristo brille hacia el exterior.

Hacer sonar la trompeta es una imagen de la proclamación de la gloria del Señor y de Su Palabra sin vergüenza. Dios está buscando a hombres y a mujeres como esos hoy.

Antes de que Gedeón fuera a esta batalla el Señor le había dicho "Si quieres un poco más de ánimo, sólo ve de noche al campo enemigo y escucha lo que dicen" (Jueces 7:9-15). Y cuando Gedeón bajó, escuchó que todos estaban asustados de él y de su pequeño grupo de personas.

Si usted va al campamento del diablo hoy y escucha, oirá que están asustados de Jesús y de aquellos que le siguen. Esto debería animarnos a ir a la batalla en contra de Satanás. El diablo está temeroso de Jesucristo - y está también temeroso de nosotros - si es que somos discípulos verdaderos. Así que desenmascaremos su engaño, siempre que trate de asustarnos.

Pero incluso Gedeón no perduró en su fidelidad al Señor. Esta es la triste historia de muchos que comenzaron bien - tanto en el antiguo como en el nuevo pacto. Los Israelitas querían que Gedeón los gobernara y él dijo "Yo no los gobernaré, ni tampoco mi hijo. Sólo el Señor los gobernará." (Jueces 8:22). Eso suena muy espiritual. Pero escuchen lo que dijo en su siguiente frase. Él dijo "Por favor denme un anillo, cada uno de ustedes". Así que los israelitas le dieron sus anillos y Gedeón acumuló unos 20 kilogramos de oro además de muchos otros ornamentos y vestidos caros. (Jueces 8:26). Gedeón se convirtió en millonario en un solo día - ¡tal como muchos otros predicadores que se convierten en millonarios recaudando diezmos y ofrendas de sus rebaños y llevándoselos a casa! Gedeón luego usó ese oro para hacer un éfod que se convirtió en un ídolo que Israel adoraba (Jueces 8:27).

De esa manera este hombre resbaló. Lo que importa es la manera en que un hombre termina su vida, y no como la comienza. El premio en todas las carreras es para aquellos que terminan bien y no para los que la comienzan bien (1 Cor. 9:24).

Se nos ordena a "Considerar cómo las personas terminan sus vidas" (Heb. 13:7 margen). Muchos predicadores usados poderosamente por Dios en su juventud han resbalado como Gedeón, ¡terminando sus vidas corriendo por dinero y propiedades!¡Con la unción extraviada, pasan sus últimos días recolectando oro y anillos para sus hijos! Déjeme decir algo a aquellos de ustedes que han comenzado bien: Aprenda la lección de Gedeón, y de otros hombres, no sea que le ocurra lo mismo a usted.

No puede servir a Dios y al dinero. Que bendecido contraste vemos en personas como Samuel que pueden decir al final de sus vidas, "¿A quién le he robado un buey o un asno? ¿A quién he defraudado?¿A quién he oprimido?" (1 Sam.12:3).

Como él, Pablo podía decir también al final de su vida "No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie... ni comimos el pan de nadie sin pagarlo...a nadie hemos explotado." (Hechos 20:33; 2 Tes.3:8; 2 Cor.7:2). ¡Qué testimonio para un predicador! Siga el ejemplo de hombres como Samuel y Pablo.

Imite la Fe de Aquellos que Perseveran Hasta el Fin -  Zac Poonen

22 de marzo de 2011

LOS CAMINOS DE DIOS

John Bevere

Dios no está buscando una forma exterior de santidad; Él quiere ver un cambio de corazón…

"Voz de lo que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad vereda a nuestro Dios " (Is 40:3).

El camino de Dios pasa por el medio del desierto y es en el yermo que su camino es preparado. Es la carretera que lleva a la vida de exaltación; por ese camino, descubrimos como Dios vive y piensa.

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos, dice el Señor, porque, así como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos, más altos que vuestros pensamientos" (Is 55:8, 9).

Pocos anduvieron por esa carretera, sin embargo, muchos están siendo preparados por Dios para que anden en ella. Es eso lo que dice Isaías 35:6, 8: "... pues aguas reventarán en el desierto, y arroyos en el yermo. Y allí habrá buen camino, camino que se llamará el Camino Santo... ". Y en el desierto que el camino del Señor es preparado. Su nombre: Camino Santo!

Una de las definiciones de santidad es "pureza de vida". Jesús dijo: "Bienaventurados los limpios de corazón..." (Mt 5:8). El camino o método para una vida de santidad llena es el corazón puro.

 El Señor no retornará por una Iglesia impura y sin santidad. Él vendrá al encuentro de una Iglesia sin manchas, arrugas o cualquier otra impureza.

Muchos quieren santificar observando reglas y costumbres y fracasan en la vida cristiana. Son como los judíos de los días de Jesús que querían recibir la salvación guardando la ley y las costumbres.

Muchas personas creen que tener santidad es vivir según reglas tangibles, tales como: no usar maquillaje ni este o aquel tipo de vestimenta, no ver televisión, etc. Son tentativas hechas en el sentido de obtener santidad interior.

Pero Dios no está a la búsqueda de formas exteriores de santidad; Él quiere un corazón recto y justo delante de él.

Jesús dijo en Mateo 23:26: "... limpia primero el interior del vaso (el corazón), para que también su exterior me quede limpio".

Si su corazón es puro, usted no querrá vestirse de forma indecente. Una mujer puede usar vestido largo y así mostrar una actitud sensual; mientras otra viste pantalones ajustados y tiene un corazón puro.

Un hombre puede gloriarse de nunca haberse divorciado, pero tiene el corazón lleno de lascivia y antojos sexuales por otras mujeres. Eso es santidad?
Si su corazón es puro, un aparato de Televisión en su casa no lo llevará a mirar programas de bajo nivel que no edifiquen su vida. Algunos afirman que es ser mundano tener un aparato de Televisión en casa.

 Un mueble o un aparato electrónico no puede determinar si una persona es creyente o mundana. Usted puede no tener aparato de Televisión en casa y continuar pecando en su corazón.

Si usted es limpio de corazón, deseará sólo lo que Dios desea! El desierto es crucial en la vida de todo creyente, pues es allí que Dios purifica los motivos e intenciones del corazón. Dios está en este momento preparando nuestro corazón para el regreso de su Hijo.


Victoria en el Desierto - John Bevere

UN LLAMADO A LA MOVILIDAD



George Davis y Michael Clark

Desde la rebelión de Adán, la orden recurrente al pueblo de Dios en cada cambio de estación, se resume en una palabra -- ¡VE! Dios no se agrada de esa tendencia inherente en el hombre de permanecer y de edificar, porque produce una generación letárgica y satisfecha, y finalmente, extraviada.

Dios está hablando una palabra fresca de movilización en la tierra hoy. Es una palabra de liberación y de éxodo, como lo fue en los tiempos de Moisés. Dios está diciendo a los faraones de nuestros días que “¡Dejen marchar a mi pueblo!”

El Mensaje a Sus escogidos es el mismo que el de antaño, “Salid de vuestros amos y adoradme solo a Mí”.

Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, judíos y gentiles, esclavos o libres, todos ellos son llamados a abandonar las estructuras religiosas tradicionales, impotentes y rituales y a levantarse en Dios. Tenemos que levantarnos más allá de las manifestaciones de avivamiento para llegar a una forma de pensar enteramente nueva.

Dios nos está desafiando a reconsiderar nuestra teología y a re -alinear nuestras creencias. Dios está llamando de nuevo a la iglesia a un status migratorio.

Desde los tiempos de la rebelión de Abel, el hombre ha sido inmigrante, viajando con Dios y hacia Dios o alejándose de Él y en contra de Él.

La naturaleza caída del hombre continuamente intenta frenar su viaje hacia Dios, para establecerse y construir sobre la tierra.

El Espíritu de Dios siempre nos llama a ser parias y extranjeros—peregrinos con Dios como revela Levítico 25:23. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo ” (Levítico 25:23).

Tenemos que estar preparados para movernos cuando Dios nos llama.

Ahora mismo el Espíritu de Dios está llamando al cuerpo de Cristo a una posición más profunda en Dios. Tenemos que abrazar nuevos niveles de verdad.

Cada nueva verdad que Dios traiga ampliará a la anterior hacia una luz mayor.

De la misma forma que se mueve la nube de Su Testimonio, nosotros también tenemos que movernos.

Tenemos que migrar de un nivel de gloria a otro. Dios está hablando y está liberando el ímpetu para migrar, para llevarnos otra vez al viaje de asir aquello para lo cual fuimos asidos.

A la gente religiosa le gusta pensar que su sistema de creencia está completo, de forma que son amenazados por lo desconocido. El hombre religioso se siente inseguro cuando no puede codificar todo en su teología de forma que le es difícil aceptar la idea de que aún hay más por venir.

El Nuevo éxodo -  George Davis y Michael Clark

16 de marzo de 2011

RELIGIOSIDAD O ESPIRITUALIDAD

 Zac Poonen

Uno de los más grandes daños que enfrenta el cristiano en su búsqueda de una vida santa es el terminar siendo religioso en lugar de espiritual.

La religiosidad es frecuentemente confundida con la espiritualidad por el creyente sin discernimiento. Pero hay un mundo de diferencia entre las dos. La primera es humana, la segunda divina. La ley podía hacer a la gente religiosa, pero no espiritual.

La Palabra de Dios nos advierte que habrá muchos en los últimos días que tendrán apariencia de piadosos pero sin poder - en otras palabras, serán religiosos pero no espirituales (2 Tim. 3:5).

Asistirán religiosamente a las reuniones, orarán y leerán la Biblia diariamente; incluso asistirán a veladas de ayuno y oración, diezmarán sus ingresos, etc. Pero buscarán la honra de los hombres, vivirán para sí mismos, amarán el dinero y estarán interesados en los chismes, etc. Esa gente es religiosa, no espiritual. Tienen apariencia de piedad sin el poder.

Aquí hay algunos ejemplos.

Si usted está más interesado en asistir a reuniones que en crucificar su carne (Gal. 5:24), usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en leer su Biblia cada mañana que en refrenar su lengua todo el día, usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en ayunar y orar que en ser libre del amor al dinero, usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en el evangelismo que en la santidad personal, usted es religioso, no espiritual.

Las personas religiosas están interesadas sólo en la palabra escrita ("la letra") y terminan teniendo la justicia de la Ley. Las personas espirituales están interesadas en la Palabra manifiesta en carne y hueso, y por lo tanto terminan teniendo la justicia de Dios, la naturaleza divina.

Las personas religiosas justifican sus acciones citando las palabras o acciones de algún"siervo de Dios".
Las personas espirituales, por otro lado, nunca buscan justificarse a sí mismos ante los hombres.
Las personas religiosas están más interesadas en las opiniones que en la opinión de Dios. A las personas espirituales sólo les interesa la opinión de Dios. Las personas religiosas pueden meditar por años en las palabras de alabanza que un hermano anciano habló acerca de ellos. Las personas espirituales, por otro lado, del mismo modo que Jesús, se rehúsan a recibir testimonio de los hombres (Jn. 5:34). Saben que otros hombres no conocen la corrupción que ellos ven en sí mismos, y por lo tanto se dan cuenta que la alabanza de los hombres vale menos que nada..

Las personas religiosas son legalistas y están bajo la Ley. Piensan en términos de hacer lo mínimo necesario para agradar a Dios. Por ello es que calculan exactamente cuánto es el 10% de su ingreso y van a ofrecérselo a Dios de mala gana. En el Antiguo Testamento, esta actitud terminó a fin de cuentas en que los Israelitas ofrecían corderos ciegos y bueyes enfermos como sacrificios al Señor (Mal. 1:8).

La actitud de Jesús era totalmente diferente. Nunca buscó descubrir cuál era el requerimiento mínimo para complacer a Su Padre. Por el contrario, buscó encontrar qué era lo máximo que podía dar Él para ofrecérselo al Padre. Por lo tanto cuando Él estudiaba la Ley cuando joven, Él buscó encontrar el espíritu detrás de cada mandamiento.

Mientras buscaba el rostro de Su Padre y meditaba en la Ley, Él obtuvo luz. Entendió que el Espíritu detrás del mandamiento es que uno no debería desear con su corazón. Del mismo modo, Él vio que la ira y el asesinato eran similares. Etcétera. Por lo tanto, entendió el espíritu detrás de la Ley.. Así Él abrió un nuevo y viviente camino a través de la carne e inauguró el Nuevo Pacto.

La actitud de la mente que piensa "¿Qué puedo obtener del Señor?" Lleva a la religiosidad. Por otro lado, la actitud que piensa, "Qué puede el Señor obtener de la vida terrenal que tengo?", lleva a la verdadera espiritualidad. Será entonces natural para nosotros el recorrer la segunda milla cuando el requisito mínimo es recorrer sólo una.

Adán se cubrió a sí mismo con hojas de higuera. Esto es un simbolismo de religiosidad - para hacerse presentable ante los hombres ¡e incluso ante Dios! Jesús maldijo a la higuera cubierta de hojas (Mr. 11:13, 14,21) - porque hay una maldición sobre la religiosidad. Dios la detesta. Dios dio a Adán otro revestimiento - la piel. Y este es el símbolo de verdadera espiritualidad - La naturaleza propia de Dios que Él nos da, no la que fabricamos nosotros. Cuando Jesús se acercó a la higuera, no era temporada de higos. Podemos decir que el antiguo pacto no era la temporada de los frutos del Espíritu.

 El sistema legalista que lleva al hombre a las ataduras ha sido abolido ahora. Dios lo ordenó por un periodo de tiempo para mostrarle al hombre su necesidad. La Ley nunca fue dada como un medio de santificación. Heb. 8:7 dice que era un sistema fallido - sólo porque no podía hacer espiritual a un hombre, sólo religioso. Uno tiene que entrar a un nuevo pacto con el fin de volverse espiritual.

Dios dio la Ley para ver si el hombre estaría satisfecho con una justicia externa que le traería el honor del hombre, o si buscaría más. Ya que la mayoría de los creyentes están satisfechos con la justicia externa, continúan contentos con la Ley y un revestimiento de hojas - la religiosidad humana. El Evangelio es el poder de Dios para salvación. Maldice y marchita las hojas y nos da la verdadera santificación que Dios deseaba que el hombre tuviera.

Pero para recibir este Evangelio, necesitamos primero arrepentirnos radicalmente. La palabra "radical" significa "proceder de las raíces hacia arriba". Y eso es precisamente lo que significa arrepentimiento radical. Juan el Bautista vino como antecesor de Jesús con un mensaje de arrepentimiento, y dijo que Jesús echaría el hacha a las raíces de los árboles. Cada pecado viene de una raíz. Si nos arrepentimos sólo del pecado (el fruto) no hemos sido radicales.

Por ejemplo, la murmuración viene de la raíz de una actitud errónea hacia un hermano. El arrepentimiento radical se ocupa de la actitud errónea, y no sólo de la murmuración. El tratar con el acto externo sería equivalente a arrancar el fruto con un par de tijeras. Sin embargo, Jesús no vino con un par de tijeras, sino con un hacha (para cortar la raíz). Él busca fruto genuino - no sólo hojas. Donde ve solo hojas, Él las maldice y marchita (cuando las personas se lo permiten), para hacerlas fructíferas. Muchos otros pecados son también el resultado de una actitud incorrecta dentro de nosotros al buscar lo nuestro o amar el dinero, etc.

Las personas religiosas son fácilmente engañadas. Es posible que un esposo tenga una actitud errónea hacia su esposa por seis meses y aún así tener el autocontrol suficiente para nunca decir algo que la lastime. Pero un día explota en ira. Si el hombre imagina entonces que tuvo victoria sobre el pecado por seis meses y cayó en pecado por sólo un momento (cuando se enfureció), se está engañando a sí mismo. Había estado acumulando barras de dinamita por seis meses. Entonces, al fin de ese tiempo, cuando se encendió un pequeño fósforo, toda la dinamita explotó. Estuvo viviendo en pecado todo el tiempo, pero éste no se manifestaba externamente durante mucho tiempo. No fue el fósforo el que causó la explosión, sino la dinamita que había sido recolectada durante el periodo de seis meses.

Debemos llamar al pecado 'pecado' si es que queremos ser radicales en nuestro arrepentimiento y libres de la religiosidad. La ira debe ser llamada por su nombre real - que es 'asesinato' (Mat. 5:21,22). Si no hace eso con cada pecado, está condenado a una vida 'religiosa' todos los días de su vida. Nunca será verdaderamente espiritual.

Más gente se va al infierno a través de la falsa religión que a través de la mundanalidad. Por esto debemos ser cuidadosos para distinguir la religiosidad de la espiritualidad. Nuestras obras externas, aunque sean buenas, pueden ser una forma de falsa religión, si es que no están motivadas por un ferviente amor por el Señor. Esas obras son obras muertas, ya que el poder del amor no está detrás de ellas.

La gente religiosa puede dar regalos, orar y hacer muchas buenas obras - pero no entienden que significa ofrecerse ellos mismos. Puede que paguen sus diezmos exactamente. Pero no se harán morir a sí mismos en los momentos de tentación. Esa es la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Se podía entrar al antiguo pacto sin morir a sí mismo. Pero es imposible entrar al Nuevo Pacto sin morir a sí mismo. Jesús no vino a ofrecer diezmos, sino a ofrecerse Él mismo como una ofrenda aceptable y agradable a Dios.

Dios respondió al sacrificio de Abel con fuego del cielo. Pero nada cayó en la ofrenda de Caín. Cuando un hombre se da como ofrenda consistentemente a sí mismo día tras día, habrá fuego del cielo en su vida y ministerio. Éste es el bautismo genuino del Espíritu y fuego que Juan el bautista dijo que Jesús daría, a aquellos cuyas raíces hayan sido antes cortadas. Por otro lado, un hermano que simplemente hace las cosas correctas externamente, puede tener una buena vida, pero el fuego y la unción del cielo no estarán presentes en su vida. El 'bautismo' falsificado de Satanás que cosquillea en las emociones (que es lo que muchos disfrutan hoy) es basura sin valor comparado con el bautismo genuino del Espíritu Santo y fuego que Jesús envía a Sus discípulos que han seguido el camino de la cruz.

Balaam fue un hombre religioso. Él fue un predicador que deseaba servir a Dios, pero que también estaba interesado en ganar dinero y conocer a los grandes hombres del mundo (Num. 22). Buscó honra y ganancia financiera para sí mismo en el nombre del Señor. Hay muchos, muchos falsos profetas como Balaam hoy. Sus doctrinas son fundamentalmente correctas, de acuerdo a la letra de la palabra. Pero los creyentes sin discernimiento no pueden reconocer que están motivados por el espíritu de Balaam (el amor por el dinero y la honra). De ellos es de quienes Pablo habla en Fil. 2:21 diciendo que sólo buscan sus propios intereses.

Había gente en la Iglesia de Pérgamo que vivía de acuerdo a la doctrina de Balaam (Ap. 2:14). No hay diferencia en la iglesia entre la búsqueda de la honra y la búsqueda del dinero. No son más que diferentes versiones del mismo espíritu de Balaam.

Nunca podremos ser espirituales si no tenemos discernimiento entre la religiosidad y la espiritualidad. Es la necesidad de estos tiempos - ya que vienen los últimos días y está escrito que muchos tendrán apariencia de piedad sin el poder (que es la palabra de la cruz).

El Espíritu también ha advertido específicamente que muchos cristianos se alejarán del camino que Dios ha designado para vivir en santidad, y se acercarán a otros medios religiosos - como por ejemplo evitar el matrimonio y ciertos tipos de comidas, etc.

El hombre también ha inventado muchas otras falsificaciones, como la confesión pública de pecados (para hacerse 'humilde') y no tomar medicamentos cuando se está enfermo (para aumentar la 'fe'), etc, etc. Todas estas no son más que doctrinas de demonios, hechas para alejar a los cristianos del secreto verdadero de la santidad (Lea 1 Tim. 3:16 al 4:5).

El único camino a la verdadera espiritualidad es el ofrecerse a sí mismo a morir diariamente como lo hizo Jesús (Rom. 8:36; 2 Cor. 4:10-12). Cualquier otra forma es una falsificación.

Vino Nuevo en Odres Nuevos -  Zac Poonen

13 de marzo de 2011

¿HA NACIDO USTED DE NUEVO?

J. C. Ryle

Jesucristo dijo, “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Esta es una de las cuestiones más importantes en la vida de todo ser humano.

No es suficiente responder “Soy miembro de una iglesia; supongo que soy cristiano”. Miles de cristianos nominales no muestran señal alguna de haber nacido de nuevo, las cuales se mencionan en las Sagradas Escrituras, principalmente en la Primera Epístola de Juan.

Las Señales:

No practica el pecado
En primer lugar, el apóstol Juan escribió: “Todo aquel que es nacido de Dios no comete pecado” (1 Juan 3:9). “Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado” (5:18).

Aquella persona que ha nacido de nuevo, que ha sido regenerada, habitualmente no comete pecado. No exhibe una inclinación total hacia el pecado.

Probablemente hubo algún tiempo en que dicha persona no se detenía a pensar si sus acciones eran pecaminosas o no, y no siempre sentía aflicción tras hacer el mal. No había una lucha entre el y el pecado; ambos eran amigos. Pero un verdadero cristiano odia el pecado, huye de el, lucha en su contra, lo considera su mayor calamidad, resiente la carga de su presencia, sufre cuando cae bajo su influencia, y anhela liberarse completamente de el.

El pecado ya no le place; se ha convertido en algo horrible y que odia. Sin embargo, no puede eliminar su presencia dentro de el.

Si dijese que en él no hay pecado estaría mintiendo (1 Juan 1:8). Pero sí puede decir que odia el pecado y que el mayor deseo de su alma es no cometer pecado en absoluto. No puede evitar tener malos pensamientos, omisiones y defectos tanto en sus palabras como en sus acciones. El sabe que “en muchas cosas ofendemos” (Santiago 3:2). Pero puede decir con certeza, delante de Dios, que estas cosas le ocasionan dolor y pena, y que su ser no se complace en ellas. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?

Cree en Cristo
En segundo lugar, San Juan escribió: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5:1).

Un hombre que ha nacido de nuevo, que ha sido convertido, cree que Jesucristo es el único Salvador que puede perdonar su alma, que El es la persona divina designada por Dios Padre para dicho propósito, y que fuera de El no hay salvación alguna.

En sí mismo no encuentra valor alguno. Pero tiene confianza plena en Cristo, en que todos sus pecados le han sido perdonados. Puesto que ha aceptado la obra completa y muerte de Cristo en la cruz, el cree que es considerado justo delante de Dios, y puede esperar la muerte y el juicio final sin miedo.

Podrá tener temores y dudas. Inclusive decir que a veces siente como si no tuviera fe en absoluto. Pero pregúntele si está dispuesto a confiar en cualquier cosa o persona en vez de Cristo, y verá lo que le responderá. Pregúntele si depositaría su esperanza de vida eterna en su propia bondad, sus propias obras, sus oraciones, su guía espiritual, o su iglesia, y escuche su respuesta. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?

Hace justicia
En tercer lugar, Juan escribió: “Todo el que hace justicia es nacido de El” (1 Juan 2:29).

El hombre que ha nacido de nuevo, o se ha regenerado, es un hombre santo. El busca vivir acorde a la voluntad de Dios, hacer las cosas que agradan a Dios y evitar aquellas que Dios aborrece.

El desea mirar continuamente a Cristo como ejemplo a seguir y como su Salvador, y demostrar ser su amigo guardando sus mandamientos. El sabe que no es perfecto. Es consciente de su corrupción inherente. Percibe un principio de maldad dentro de sí mismo que lucha constantemente por separarle de la gracia de Dios. Pero él no lo consiente, aunque no puede prevenir su presencia.

Aunque a veces puede sentirse tan despreciable al punto de cuestionarse si en verdad es cristiano o no, aun así será capaz de decir, como John Newton, “no soy lo que debería ser, no soy lo que quiero ser, no soy lo que espero ser en otro mundo; pero aun así no soy lo que fui alguna vez, y por gracia de Dios soy lo que soy”. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?

Ama a otros cristianos
En cuarto lugar, Juan escribió: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos” (1 Juan 3:14).

Un hombre que ha nacido de nuevo tiene un amor especial por todos los discípulos verdaderos de Cristo. Ama a todos los seres humanos con gran amor general, pero tiene un amor especial por quienes comparten su fe en Cristo.

Al igual que su Señor y Salvador, el ama a los peores pecadores y se aflige por ellos; pero él siente un amor peculiar por aquellos que son creyentes. Nunca se siente tanto en casa como cuando se encuentra en su compañía.

El los considera a todos como miembros de una misma familia. Son sus compañeros de batalla, luchando contra el mismo enemigo. Son sus compañeros de viaje, marchando a lo largo del mismo camino. El los comprende, y ellos lo comprenden.

Podrían ser muy diferentes a él en muchos sentidos - en rango, en riqueza. Pero eso no importa. Ellos son hijos e hijas de su Padre y el no puede evitar amarlos. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?

Vence al mundo
En quinto lugar, Juan escribió: “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5:4).

Un hombre que ha nacido de nuevo es cuidadoso de su propia alma.

No solo intenta evitar el pecado sino también todo aquello que pueda conducirle a el.

Es cuidadoso respecto a quienes le acompañan. El sabe que la comunicación perversa corrompe el corazón y que la maldad atrae más que la bondad, así como la enfermedad es más contagiosa que la salud.

Es cuidadoso sobre el empleo de su tiempo; su principal deseo es usarlo en forma provechosa.

El desea vivir como un soldado en país enemigo - portando su armadura en forma continua y siempre preparado para las tentaciones. Es diligente siendo un hombre de oración, vigilante y humilde. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?

La Prueba:
Estas son las cinco características principales de un cristiano que ha nacido de nuevo.

La notoriedad de las mismas es muy variable entre diferentes personas. En algunas apenas son perceptibles. En otras son muy marcadas, inequívocas, de tal manera que todos pueden percatarse de ellas.

Algunas de estas características sobresalen más que otras en diferentes individuos. Es raro que sean igualmente evidentes en cualquier persona. Pero aun después de tomar en cuenta posibles diferencias, tenemos aquí cinco aspectos que marcan a un sujeto que ha nacido de Dios.

Como debemos reaccionar ante estas cuestiones? Lógicamente solo podemos concluir una cosa - sólo aquellos que han nacido de nuevo muestran estas cinco características, y quienes no las tienen no han nacido de nuevo. Esta es la conclusión a la cual el apóstol nos quiere hacer llegar. Posee usted estas características? Ha nacido usted de nuevo?.

¿Ha nacido usted de nuevo? -  J. C. Ryle

9 de marzo de 2011

EL CONCILIO DEL INFIERNO



200 Años despues de Cristo
George Davis

A traves de los siglos los intentos de satanas destruir a la familia de Dios terminaron en frustración. Así que el Concilio del Infierno consideró el asunto.
“¡Necesitamos un nuevo plan!” clamó Satanás, mientras lanzaba fuego de sus ojos.

“Llevamos doscientos años costeando esta guerra, solo para estar cada vez peor que antes. ¿Cuál lo que es el problema? Matamos a uno y se levantan tres.

Debemos preparar un plan a la medida de la debilidad del hombre”.

“¡Ah, claro! ¡Si no puedo destruirlo, voy a pervertirlo! ¡Voy a seducir a esta familia que Dios ama tanto!” Dijo Satanás burlándose, mientras se agarraba las manos con desdén como si los estuviera pulverizando en sus manos. “Voy a planear su compromiso.

Recuerden a Sansón. La batalla es buena cuando se la gana!”

“Voy a crear algo falso, una Iglesia a mi propio gusto. Vamos a apelar a la ambición del hombre, a su pervertido deseo de mandar. Diótrefes(1), si le parece, la tuvo bien después de todo. Les ofreceré reinos y los engañaré con riquezas; van a usurpar el trono del mismísimo Cristo. Y todo esto será hecho en nombre de Dios y de la justicia.

Me encanta!” Gritó Satanás, mientras los repulsivos gruñidos y burlas de las hordas del infierno resonaban a través del abismo.

“’El que quiera ser el más grande entre ustedes, debe ser su servidor"¡Ja!, convertiré a estos siervos en reyes y a su servicio en tiranía. Y como golpe de gracia, estos templos paganos que he edificado serán su nueva casa. ¡Ahora lo veo todo clara mente! Ellos se sentarán en líneas en sus bancos, silenciosos, sí, silencio por fin.

Aquellos que trastornan mi mundo se sentarán silenciosos, en líneas, entretenidos. ¡Como he deseado esto!

“Ah, qué más grande dolor puedo infligir sobre el creador, de que El vea a sus hijos envueltos en cadenas, adorando en mis templos, rodeados de mis ídolos, y dirigidos por mis reyes pontífices.”

“’No tendrás otros Dioses fuera de mi’ ¡Ja! Gritó Satanás. “¡Ya veremos eso! Voy a tramar engaños más grandes que estos. Los rodearé con accesorios de idolatría, y luego, cuando ellos estén adorando, ¡en parte ellos me estarán adorando a mí!”

* * * * * * *
(1)  Déspota que gobernó la iglesia como si fuese suya. Ver 3 Juan 1:9-10

El Concilio del Infierno - George Davis

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry